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Derrota sonrojante del equipo blanco que se vio superado desde el principio hasta el fin y entregó muy pronto la cuchara · Día aciago para el plantel al completo, destacándose el cuarteto portugués, de los cuáles uno de ellos estuvo a punto de acertar su pronóstico previo · la impotencia cosió al Madrid de tarjetas.
No es una derrota cualquiera. El Barcelona ha conseguido una victoria con un nivel tan alto de superioridad, de intensidad, de clase y de un estilo propio imprimido, que pasará a los anales de historia. Por contra, el Madrid ha sufrido una derrota de las que escuecen en los corazones blancos y que, a su vez, les ha bajado del firmamento en el que parecían haberse instaurado.
Mourinho quiso ser una calca de su rival y acabó refugiado en su banquillo los segundos cuarenta y cinco minutos a modo de solución para capear el temporal. Si hay algo que le ha dejado patente el Clásico, aparte del evidente abismo futbolístico, es la obvia nulidad de Karim Benzema. El francés deambuló todo el partido por el Camp Nou persiguiendo sombras que hacía siglos habían desaparecido.
Poco más se puede decir de sus compañeros en la aventura. Özil, desaparecido ofensiva y defensivamente, fue sustituido en el intermedio; Di María lo intentó al principio, pero se apagó cual llama en un día de lluvia. Y CR7 que continuará con su idilio negativo en territorio culé durante, al menos, otra noche más estuvo desesperado, ofuscado e impotente. Esos fueron los adjetivos que el luso plasmó sobre el verde de la Ciudad Condal.
La retaguardia tiene el mismo o incluso mayor porcentaje de culpabilidad. Ni Xabi Alonso ni Khedira firmaron un encuentro para el recuerdo y la defensa blanca acabó siendo una verbena. Sergio Ramos fue expulsado en los últimos coletazos del choque por una niñería y, para colmo, el sacrificado fue Marcelo, el único medianamente correcto de la zaga merengue. El dúo portugués no quiso desentonar con sus compañeros, especialmente Pepe que sigue inmerso en la espiral negativa en la que lleva enredado desde Milán.
Pero ahora no toca echarse las manos a la cabeza, porque los siguientes compromisos pueden hacer una herida mayor. La visita del Valencia y el viaje a Nervión deben contar con una recuperación moral y anímica previa. Pero eso sí, más de uno debería sacar conclusiones.
Casillas (5): Muy justo el cancerbero blanco. Tuvo una buena intervención mediado el primer período, pero queda la incógnita de si pudo hacer más en el segundo tanto culé.
Carvalho (5): El peor partido del portugués con la elástica madridista. Descolocado y con matices de novatos jugando con la defensa adelantada. Un detalle, el primer gol es gracias a su despiste para dar un paso al frente.
Pepe (4): Descolocado el portugués y cada día se vaticina peor. Tiene que recuperarse anímicamente.
Sergio Ramos (2): Fatal el sevillano. Su escandalosamente defensa del flanco diestro provocó más de un disgusto para sus compañeros, algo que ya empieza a ser habitual en estos partidos. Para colmo fue expulsado por un manotazo infantil a su compañero de selección y amigo Puyol.
Marcelo (6): Correcto en facetas defensivas aunque tuvo contadas apariciones en ataque. Sustituído por Arbeloa
Xabi Alonso (3): No tuvo nada clara su posición y estuvo sin dirección fija todo el encuentro
Khedira (4): Superado ante el poderío blaugrana en el medio campo. Puede que aún el clásico le venga algo grande
Di María (5): Participativo en el primer tiempo pero desaparfecido en el segundo. Lo intentó siempre que tuvo oportunidad
Özil (3): Completamente desaparecido el alemán. No hubo noticias de él a lo largo del choque
Cristiano Ronaldo (5): Lo intentó pero fue inútil. La presión del Camp Nou, la agilidad de la zaga culé... muchos factores han influído en el luso.
Benzema (2): Es más que probable que el francés haya tirado por el sumidero su gran ocasión de alcanzar la titularidad. Soplo de aire a Higuaín.
Arbeloa (5): Sin problemas en defensa y sin participar en ataque. Cambio introducido con la clara intención de que la herida no aumentase.
Lass Diarra (6): Lo intentó con ganas pero la rapidez en el movimiento del balón del rival son más rápidas que una gacela sin comer.
KEVIN FERNANDEZ
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